Akutō y los conflictos rurales en el Japón medieval

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Título original:

Akutō And Rural Conflict in Medieval Japan

Contenido del libro:

Este volumen ofrece el primer análisis en profundidad en inglés de un fenómeno poco estudiado en la historia medieval japonesa: los llamados akutō (literalmente, "bandas del mal"). A partir de crónicas, leyes y documentos legales de los siglos XIII y XIV, así como de estudios japoneses recientes, Morten Oxenboell examina la importancia de los akutō en los procedimientos legales para ofrecer una comprensión matizada de cómo las comunidades rurales se organizaban y participaban en conflictos violentos.

Deconstruye la imagen de los akutō como instigadores de la violencia subrayando la importancia del término como recurso retórico utilizado por los litigantes para expresar sus quejas en los procedimientos legales de Kamakura. Los numerosos casos en los que aparecen akutō ofrecen un claro ejemplo de las formas en que el nuevo vocabulario jurídico ocultaba realidades tras florituras retóricas y narraciones de violencia y depredación. No cabe duda de que la violencia formaba parte de la negociación por los derechos y privilegios en el sistema de estamentos, y Oxenboell demuestra cómo se desarrollaron los conflictos y cómo fueron desenmarañados por los actores locales, a los que rara vez se daba voz en las fuentes de este periodo.

Al despojarse de la retórica, nos presenta una visión única de las poblaciones rurales que organizan sus comunidades frente a la violencia, ya sea como víctimas de agresiones externas o como agresores ellos mismos contra los terratenientes o los vecinos. Por tanto, el libro va más allá del enfoque habitual sobre las élites en la historia medieval japonesa, al centrarse en los planes y estrategias de movilización local, que a menudo eran enmarcados y difamados por las élites centrales.

Los habitantes de las zonas rurales, que no podían contar con la protección de las autoridades, gestionaban sus propios problemas de seguridad a través de complejos mecanismos sociales que unían a lugareños y terratenientes ausentes en una incómoda relación de dependencia mutua. Al examinar las fisuras de esta relación -en forma de quejas akutō-, Oxenboell demuestra que el activismo violento formaba parte de la gestión diaria de las fincas y que tales conflictos no indican una ausencia de orden, sino más bien un sistema de controles y equilibrios que ayudó a crear una sociedad vibrante.