Agustín, el maniqueísmo y el bien

Título original:

Augustine, Manichaeism and the Good

Contenido del libro:

Esta tesis investigará, por medio del método histórico-crítico, la comprensión de Agustín de Hipona de la idea maniquea del Bien, y cómo esta comprensión afecta a sus propias nociones relacionadas del summum bonum y del mal personal, y, como corolario, a su doctrina de la predestinación. La cuestión de una posible influencia maniquea es especialmente pertinente porque el maniqueísmo es en el fondo una solución dualista a la cuestión del bien y del mal. La atención no se centra en el maniqueísmo per se, sino en la percepción que Agustín tiene de él, por afectar más directamente a su pensamiento.

El tratado de Agustín De natura boni (399) resume en parte su tratamiento de "la naturaleza del Bien" en polémicas anteriores. Desde su primer escrito, De pulchro et apto (380), hasta ese momento, Agustín entiende el concepto maniqueo como equiparación del Bien con lo Bello, entendido este último como aquello que engendra placer tranquilo. Por el contrario, el mal se concibe como una perturbación de este estado, ya sea espiritual o físico.

Retomando las expectativas maniqueas que sostenía en De pulchro et apto, Agustín percibe el summum bonum como aquello que garantiza el goce tranquilo del alma. Para que el alma alcance la tranquilidad, debe tener modus, o la plenitud del orden debido. Dios, como summum bonum, puede garantizar la tranquilidad simplemente porque, como summus modus, existe plenamente, por lo que no puede perderse como objeto de posesión del alma. A su vez, Dios confiere orden al alma contempladora.

En términos maniqueos, la maldad y la mortalidad se consideran malas tanto espiritual como físicamente porque perturban la tranquila existencia de una persona. En la teoría no metafísica que diseña para explicar el mal personal intrínseco desarrollada en De uera religione (390), Agustín redefine estas dos nociones como "pecado" y "pena", imponiéndoles así una relación causal que hace posible la concepción de un mecanismo de círculo vicioso. Según Agustín, en la experiencia humana del mal hábito (consuetudo), el misterio de la propia esclavitud al pecado, tiene que ver con el círculo vicioso causado por la pena heredada del pecado primitivo, que resulta en la corrupción corporal, y por el efecto de esta corrupción en el subsiguiente defectuoso alejamiento pecaminoso de la voluntad de Dios hacia la preferencia por el placer corporal. Esta defección es, a su vez, reforzada por la ceguera espiritual, que es, de nuevo, el resultado de la corrupción corporal. En su debate con Fortunato (392), Agustín fue retado a releer los escritos paulinos. A partir de ahí descubrió que su teoría de la consuetudo quedaba incompleta mientras no se considerara seriamente el papel de la concupiscentia como principio intrínseco de la rebelión contra la Ley de Dios. La noción de concupiscentia de Agustín también está directamente vinculada a la idea maniquea del mal como perturbación de la tranquilidad interior de la persona.

En la época en que escribió De uera religione, Agustín había importado a esa noción un fuerte matiz sexual al equiparar concupiscentia con el término maniqueo libido, que implica deseo sexual.