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Teóricamente, siempre he estado de acuerdo con la esposa cuáquera que reformaba a su marido: "A donde tú vas, yo también voy, Dicky querido".
Lo que tú haces, yo también lo hago, Dicky querido. Así que cuando, al año siguiente de casarnos, Nimrod anunció que la locura de la montaña volvía a hacer efecto en su sangre, y que debía ir al Oeste y tomar el sendero para sus vacaciones, escondí mi mente de lugar de veraneo-riego-y-viaje-en-vuelo-a-Europa (no sin pesar, lo confieso) y cautelosamente traté de adquirir un nuevo vocabulario y algunas nuevas ideas.
Por supuesto, muchas mujeres han manejado armas y han ido de caza a las Montañas Rocosas, pero no estaban entre mis amigas. Sin embargo, mi imaginación era buena, y el equipo que reuní para mi primer viaje horrorizó a ese buen hombre que es mi marido, mientras que la cantidad de cosas que tenía que aprender me horrorizaba a mí.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)