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Había dos Charlie Gibson.
Uno tomaba el tren de las 5:45 a Westport y le esperaba en la estación su encantadora esposa, que vestía un impecable tweed y preparaba un delicioso martini. También tenía una hija encantadora de piernas largas a la que admiraba. Era el segundo al mando de una inmensa editorial y, lo que es más, había llegado hasta allí sin necesidad de ser un sicario. Todo el mundo le respetaba; le caía bien a casi todo el mundo.
Ese era un lado de Charlie Gibson.
El lado infeliz.
Uno pasaba cada minuto libre en el apartamento de Marge Mann. Era hermosa y extravagante y amaba a Charlie con pasión. Fue ella quien le dio las ideas que le llevaron a la cima del mundo editorial, aunque Charlie nunca se dio cuenta. Cada minuto que pasaba con ella era como estar bajo los efectos de una fuerte droga. Era adicto a Marge y no quería dejar el hábito.
Ese era el otro lado de Charlie Gibson.
El lado feliz.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)