The Road: an autobiographical memoir by Jack London, first published in 1907. It is London's account of his experiences as a hob
La carretera de Jack LondonLa carretera es un libro de memorias autobiográfico de Jack London, publicado por primera vez en 1907. Es el relato que hace London de sus experiencias como vagabundo en la década de 1890, durante la peor depresión económica que había sufrido Estados Unidos hasta entonces.
Describe sus experiencias saltando trenes de mercancías, "sujetando" un tren cuando la tripulación intenta echarle, mendigando comida y dinero, e inventando historias extraordinarias para engañar a la policía. También habla de los treinta días que pasó en la penitenciaría del condado de Erie, que describe como un lugar de "horrores impresentables", tras ser "pinchado" (arrestado) por vagabundeo. Además, relata su paso por el Ejército de Kelley, al que se alistó en Wyoming y en el que permaneció hasta su disolución en el río Misisipi.
La película de 1973 Emperador del Polo Norte, protagonizada por Lee Marvin, se basa libremente en La carretera, de Jack London.
Hay una mujer en el estado de Nevada a la que una vez mentí continua, constante y descaradamente, durante un par de horas. No quiero disculparme con ella.
Ni mucho menos. Pero sí quiero explicárselo. Por desgracia, no sé su nombre, y mucho menos su dirección actual.
Si sus ojos se topan con estas líneas, espero que me escriba. Fue en Reno, Nevada, en el verano de 1892. Además, era tiempo de feria, y la ciudad estaba llena de ladronzuelos y vividores, por no hablar de una vasta y hambrienta horda de vagabundos.
Fueron los vagabundos hambrientos los que hicieron de la ciudad una ciudad "hambrienta". Golpeaban las puertas traseras de las casas de los ciudadanos hasta que éstas dejaban de responder.
Los vagabundos la llamaban entonces la ciudad de los "burlones". Sé que me perdí muchas comidas, a pesar del hecho de que podía "lanzar mis pies" con el siguiente cuando se trataba de "golpear una puerta" para un "poke-out" o un "set-down", o golpear por una "pieza ligera" en la calle. Un día, me sentí tan mal en aquella ciudad que le di esquinazo al portero e invadí el vagón privado de un millonario ambulante.
El tren se puso en marcha cuando llegué al andén, y me dirigí hacia el citado millonario, con el portero un salto por detrás y alcanzándome.
Fue un empate, porque llegué al millonario en el mismo instante en que el portero me alcanzó a mí. No tenía tiempo para formalidades. "Dame 25 centavos para comer", solté.
Y como vivo, aquel millonario rebuscó en su bolsillo y me dio... justo... precisamente...
25 centavos. Estoy convencido de que se quedó tan estupefacto que obedeció automáticamente, y desde entonces he lamentado mucho no haberle pedido un dólar.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)