The Talking Beasts
JOSEPH ADDISON ¿Cómo traeré a tu mente el tiempo y la distancia que nos separan de la Edad de Fábula? Piensa en lo que te pareció la semana más larga de tu vida. Piensa en cincuenta y dos de ellas en un año.
Luego piensa en dos mil quinientos años y trata de comprender que Esopo -a veces llamado el Octavo Sabio- vivió hace veinticinco siglos e hizo estos maravillosos cuentos que hoy nos deleitan. Shakespeare sigue siendo un misterio, aunque nació en nuestra época, hace menos de quinientos años.
Pero los hombres siguen intentando descubrir nuevos hechos de su vida que puedan explicar mejor su genio. Un misterio mayor es el gran Homero, que ha desconcertado al mundo durante siglos. Los eruditos no están seguros de si la "Ilíada" o la "Odisea" son obra de una o más mentes. ¿Quién puede decirlo? porque las emocionantes historias fueron contadas -probablemente al estilo de todos los juglares de su época- más de ochocientos años antes de Cristo. Sobre el fondo de aquel lejano y tenue pasado, quizá doscientos años más tarde que Homero, se perfila la magnífica figura de otro ser misterioso: Esopo, el esclavo griego. Dondequiera y cuandoquiera que viviera, y si, de hecho, vivió alguna vez, nos parece muy real, aunque hayan pasado más de dos mil años. Entre todas las historias que los eruditos y los historiadores han contado sobre él, separando a lo largo de los siglos las verdaderas de las falsas, tenemos una vívida imagen del hombre. Nació en Grecia, probablemente en Frigia, unos 620 años antes de Cristo. Tuvo más de un amo y fue el último, Iadmón, quien le concedió la libertad por su talento y su sabiduría. El historiador Plutarco relata su presencia en la corte de Creso, rey de Lidia, y su encuentro allí con Tales y Solón, contándonos también que reprendió al sabio Solón por descortesía hacia el rey. Esopo visitó Atenas y compuso la famosa fábula de Júpiter y las ranas para instruir a los ciudadanos.
No se sabe con certeza si dejó fábulas escritas, pero las que llevan su nombre eran populares en Atenas, cuando la ciudad era célebre en todo el mundo por su ingenio y su saber. Tanto Sócrates como Platón se deleitaban con ellas.
Sócrates, leemos, se entretuvo durante los últimos días de su vida convirtiendo en verso algunos de los "mitos" de Esopo, como él los llamaba.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)